SOLSTICIO DE INVIERNO:
UN NUEVO CICLO COMIENZA

El 21 de junio a las 3:32 horas  UTC, (23:32 horas del 20 de Junio en Chile) se produjo
el Solsticio de Invierno en el Hemisferio Sur.

Los solsticios (del latín solstitium (sol sistere), que significa ‘Sol quieto’) son los momentos del año en los que el Sol alcanza su mayor o menor altura aparente en el cielo, y la duración del día o de la noche
son las máximas del año, respectivamente.

En el solsticio de invierno el Sol alcanza su altura mínima al mediodía sobre
el trópico de Capricornio y se corresponde con el día más corto del año.
Que sea el inicio o el punto medio del invierno es subjetivo,
de lo que no cabe duda es que es el punto máximo de alejamiento del sol
y a partir de esta fecha los días comienzan a alargarse

A lo largo del año la posición del Sol vista desde la Tierra se mueve
hacia el Norte y hacia el Sur y la existencia de los solsticios
está provocada por la inclinación del eje de la Tierra
sobre el plano de su órbita.  (23° 27′)

En la mayoría de las culturas ancestrales del Hemisferio Sur
se celebraban festivales conmemorativos de los solsticios
que han permanecido hasta hoy y se viven de manera tradicional

Los chilenos y los argentinos se reúnen en la fiesta de origen Mapuche We Tripantu o Año Nuevo Mapuche, que celebra el nacimiento, el momento en que la Tierra se prepara para un nuevo ciclo, y el sol lentamente empieza a retornar de su viaje.

En esta misma fecha en Bolivia, miles de personas se reúnen en el templo Kalasasaya de Tiahuanaco para festejar el Willka Kuti, que en Aimara significa “la vuelta o retorno del sol” y es el inicio del año en la cultura Aimara. La cultura occidental lo llama el Año Nuevo Andino Amazónico.

En Perú, también, se celebra el Inti Raymi o Fiesta del Sol, una ceremonia Inca que rinde homenaje al dios Sol, que coincide con la noche más larga del año y que marca el Año Nuevo en los Andes.   Se celebra en las ruinas de Sacsayhuaman cerca de la ciudad de Cusco

La celebración de la Matariki ocurre desde el 20 hasta el 22 de junio y es considerada por los maoríes de Nueva Zelanda como la mitad de la temporada de invierno, y marca el comienzo del Año Nuevo Austral.

La tradición europea que trajeron los conquistadores españoles tomó en América forma con un sincretismo religioso, que celebra en muchos lugares (23 de junio)
la noche de San Juan asociada al solsticio de verano del hemisferio norte y
donde se mezclan las dos celebraciones: grandes hogueras y las fiestas locales asociadas al renacimiento del sol.

Es importante recordar que los equinoccios y los solsticios son los grandes marcapasos del año, los ejes a través de los cuales
se puede sincronizar con los ritmos de la naturaleza y el cosmos.
Los beneficios de vivir cerca y en armonía con la naturaleza han sido documentados extensamente, y se deben fundamentalmente a que el ser humano tiene numerosos ciclos biológicos que están ligados a la luz del sol.
De aquí que para conservar o maximizar la energía  sea oportuno ligar los ciclos de sueño y exposición a la luz a los ciclos solares e incluso lunares.
Esto nos brindan los solsticios, además de una conciencia de la danza continua de fuerzas, del cambio perenne y una relación de pertenencia
entre el ser humano y el cosmos.

El Solsticio de Invierno marca el nacimiento de un ciclo de la naturaleza: el momento de sembrar las semillas y esperar que la tierra renueve sus energías.
Tiempo de introspección, reflexión y de mirar hacia adentro.
A partir del Solsticio de Invierno en nuestro Hemisferio Sur
la noche irá disminuyendo diariamente en un minuto,
lo que irá haciendo “crecer” el día en la misma proporción,
hasta que el 22 de septiembre se equilibren estas
dos fuerzas y se produzca el Equinoccio de Primavera.