EQUINOCCIO DE PRIMAVERA

Este martes 22 de septiembre a las 13:30 horas UTC (10:30 hora de Chile) se llevará a cabo el equinoccio que marca el ingreso a la primavera en el hemisferio sur y al otoño en el hemisferio norte.
Astronómicamente, en casi todo el planeta, salvo en los polos, el día dura exactamente igual que la noche, lo cual es el significado de la palabra «equinoccio» aequs-nox: «noche igual». Es por ello que se habla del equilibrio de la luz y la oscuridad, en la eterna danza de estas dos fuerzas que, más que opuestos, son complementarios.
El día del equinoccio la salida del Sol se alinea exactamente con el este y su puesta se alinea exactamente con el oeste.
En el Hemisferio Sur tenemos entonces este 22 de septiembre la celebración del equinoccio vernal, que marca la llegada de la primavera y  con ella la fiesta de la luz en su. ascenso hacia su máxima intensidad, el solsticio de verano el 21 de diciembre. La primavera es el tiempo en el que despierta la naturaleza de su letargo invernal y con el vigor del Sol, las flores empiezan a crecer, los pájaros a cantar y en general la siembra se vuelve fértil, avanzando hacia la gran cosecha del verano.
Época de florecimiento y fructificación traerá las flores físicas y metafísicas que adornarán el verano

En el hemisferio norte en cambio se celebra la llegada del otoño. Esta fecha antiguamente se celebraba dando gracias a la Tierra por la plenitud del verano, compartiendo los frutos de la cosecha, a la vez que se inicia la preparación para el invierno, donde se habrá de conservar la energía a través del recogimiento. Es esta fecha la que realmente marca la muerte de la naturaleza, la luz que se extingue como las hojas que caen de los árboles. En el solsticio de invierno, en realidad lo que se celebra es el renacimiento de la luz.

El equinoccio es el más preciso marcador del tiempo en la naturaleza y nos sitúa en un punto de equilibrio o ecuanimidad que es, como todo en este mundo, fugitivo, ya que no se mantendrá así y pronto el hemisferio sur se bañará de luz, avanzando hacia el esplendor de la naturaleza en el verano, mientras que en el norte es el inicio de la muerte cíclica de la naturaleza.  La órbita de la Tierra yace inclinada en un eje de 23.44º, esto hace que los equinoccios sean los puntos de equilibrio después de los cuales el hemisferio norte y el hemisferio sur cambian lugares para recibir la luz del Sol de manera más directa.

 

El día de los equinoccio, el Sol sale exactamente por el punto Este y se pone por el punto Oeste, en todos los lugares de la Tierra (excepto en los Polos). En el Ecuador el Sol alcanza su cenit. Por otra parte, y para cualquier día del año, nótese que desde el hemisferio norte el sol culmina hacia el sur, moviéndose en sentido horario, mientras que desde el hemisferio sur culmina hacia el norte y se mueve en sentido antihorario.

La historia del Sol para todos nosotros se trata de una sola historia, la única historia: la Luz que, desde el espacio, llega a nuestro Planeta Tierra y crea el Tiempo y la Vida. En este sentido, cada Equinoccio  y cada Solsticio son momentos muy importantes porque experimentamos un punto de inflexión en el ciclo de la luz solar. Son los grandes hitos en el movimiento del Sol en relación a la Tierra, y es por eso que alrededor de estas fechas naturalmente se congregan una gran cantidad de celebraciones ricas en símbolos y cultos, que nos recuerdan que somos parte de un sistema mayor de organización: el Cosmos

La observación del Sol como máximo emblema de la Creación, revela principios esenciales de la vida. Un tiempo para sembrar, un tiempo para cosechar, un tiempo para reunir, un tiempo para el descanso; tiempos donde había más energía, tiempos donde era menester conservar esta energía. El Tiempo es ritmo  para estar en armonía con el principio del Cosmos, la manifestación del poder de la luz del Sol.

Los Equinoccios y los Solsticios abren ciclos, las 4 estaciones del año, y a la vez son parte de un ciclo mayor de la vida en la Tierra: el viaje de traslación alrededor del Sol (1 año calendario).

El sentido esencial de los equinoccios y los solsticios es entender que vivimos penetrados por los ritmos del cosmos, y que cada momento es especial y tiene una particular energía. Aprender a vivir en armonía con los patrones energéticos de la naturaleza, es la clave de una salud integral.